Tres años, diabético y sin enfermera en el colegio

ikerdiabetes_nov2014La primera conversación con Mónica Pascual es breve. «Disculpame, estoy poniendo una reclamación en el centro cívico dirigida al alcalde y me tengo que ir corriendo al colegio porque a mi hijo le ha dado una hipoglucemia y tengo que ir a controlarle». Es su día a día. Vive en un constante sobresalto. Cuando llegó al centro escolar, su hijo apenas superaba los 39 de azúcar, cuando lo normal está entre 70 y 120.

A Iker le detectaron diabetes tipo 1 hace justo un año, cuando apenas contaba con dos años y medio. Desde entonces depende de la insulina. Diariamente hay que hacerle 13 controles de azúcar. «De día y de noche. Antes del desayuno, dos horas después, antes del bocadillo, antes de comer…». Y también por la noche: a las 12, a las 3 y a las 6 de la mañana. «Es una enferemedad agotadora», aunque a Mónica le queda el consuelo de que «Iker está bien, pero porque su madre está cada 3 horas controlándole».

Requiere atención constante, porque los niveles de azúcar le fluctúan simplemente por un sobresalto. Desde septiembre, ha iniciado el curso escolar en el colegio Daoíz y Velarde, en su barrio de Perales del Río, donde también acude su hermano mayor. El colegio no tiene enfermera y está suponiendo un grave problema para Mónica. «Antes de la crisis, ante un problema como este, me han explicado que sí se ponía enfermera». Pero en todo Perales no hay ningún centro que disponga de ella y hasta el momento se ha dado con una pared. «Hemos mantenido una entrevista con el inspector de área de Getafe, Jorge Coca y la única solución que nos propone es escolarizar a Iker en uno de los colegios del centro de Getafe que sí tienen enfermera». Una decisión que supondría «separarle de todos sus amigos del barrio, de su hermano, además del trastorno que supone tener que trasladarnos diariamente al centro de Getafe. Y en caso de urgencia tardaríamos casi media hora en llegar».

Y hasta que le asignen una enfermera, ¿cómo afronta el día a día? Mónica se ve obligada a ir al colegio a media mañana, tomarle los niveles, inyectarle insulina, esperar a que el niño se coma todo lo que le hace falta, antes de poder irse de nuevo a casa. «No le puedo dejar al comedor, así que le recojo a la una». En esta situación ni siquiera puede plantearse buscar un trabajo, porque además, ante una urgencia, es ella la que tiene que acudir al centro. «Les he explicado a los profesores qué hacer en una situación de emergencia. La verdad es que estoy contentísima con el centro», pero los profesores no se pueden responsabilizar de controlarle los niveles de azucar. Está atada.

Y por si fuera poco, le han denegado la solicitud de dependencia que ha hecho: «No le han dado ni un solo punto. Cero. Iker puede correr, se viste solo, no tiene dependencia motórica… pero necesita que alguien le controle los niveles de azúcar cada tres horas». Depende de ella, que está dispuesta a quemar todas las vías posibles para que «las necesidades de mi hijo queden cubiertas». Le ha escrito una carta al alcalde Juan Soler que le entregó en mano pero a la que no ha respondido. Ahora la ha pasado por registro. «En Perales tenemos dos colegios y un instituto público además de uno concertado, y por las características especiales del barrio, está más que justificada la asignación de una enfermera en la zona».

Raquel González - Directora Getafe Capital

10 Comments

  1. Juan

    17 noviembre, 2016 at 10:25

    Mi hijo Lucas esta en esa misma situación le detectaron diabetes tipo 1 y lleva 2 años esperando una enfermera por otro lado su madre se a tenido que reducir la jornada para poder cuidarle y en cima la mutua le a negado pagarle lo que es su derecho y lleva 2 años con 400 esperando un juicio es de vergüenza q usen juicios rápidos por ejemplo si robas unas pilas en el Alcampo y mientras una familia con 400 e por tener que cuidar de su hijo enfermo

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